filosofía de software libre.
Desde hace más de 30 años nos hemos acostumbrado a que quien me vende un programa me impone las condiciones bajo las que puedo usarlo, prohibiéndome, por ejemplo, que se lo pase a un amigo. A pesar de ser software, no puedo adaptarlo a mis necesidades, ni siquiera corregir errores, debiendo esperar a que el fabricante los arregle. Esto no tiene por qué ser así, y es precisamente el software libre el que me concede las libertades que el software propietario me niega.
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